jueves, 28 de enero de 1993

Podría no beber, porque cuando se acaba ya no bebo

Dos cartones y el tercero a medio acabar. Qué rico este vino. Odio que se me quede el tabaco en la boca, lo bonita que sería la vida con filtros. Una esquina sublime, una esquina de ladrillos y ventanucos verdes de madera, unas rejillas que ni la cúpula de Prima Porta. Una esquina cálida y naranja, un calor de esquina, un naranja de madera, una madera de rejilla y el ladrillo que me atrapa. ¿Por qué cojones estoy rascando los adoquines con la frente? Y ahora viene el vértigo, no pasa nada, Dios, qué alcantarilla más graciosa. Graciosísima, vaya. Five pence, Elizabeth. Elizabeth II, D, G, REG, F, D, 2008. Bah, puta monarquía. Esta señal de parking se siente muy sola. Un tacto metálico y agradable, esa cinturita. Soy una araña, ¡una araña! Y si soy una araña… puedo embalar cosas, ¡puedo embalar la señal con mi tela de araña! A ver, una vuelta… otra… otra vuelta, la boquilla... ya está. Lametazo y listo. Un Michael muy patata. Clic, clic, clic, no va. Clic, ahora. Ahora, relax. Detrás de la hélice del avión naranja. Cuatro tornillos me chillan con dulzura y no les entiendo. La superficie es aerodinámica, ya vale, me voy a sentar bajo el ventanuco de las astillas. Ya no hay giros infinitos ni vueltas violentas, sólo está el mar. Casualidades de la vida, sigo intacto entre el tacto naranja de los tres planos de ladrillo.


El gobierno y sus corbatas dicen que fumar puede dañar el esperma y reduce la fertilidad. Imbéciles. La tecnología daña el esperma, las neuronas y la interacción entre el vidrio y la madera. Las pantallas reducen la felicidad, la lectura y la libertad. El gobierno reduce el tiempo, coacciona la vida y perjudica gravemente los lazos sinceros y la solidaridad. El capitalismo aniquila la personalidad y nos educa en la competición y en las curvas del Poder. El dinero nos esclaviza, nos ata al sistema y elimina la dignidad. Fumar es un refugio patético, una estúpida parcela de libertad que nos arrebatan poco a poco. El esclavo depende del amo y lo triste es que piensa que es libre. Me voy a liar otro cigarro mientras me doy una vuelta. El esclavo compra su esclavitud, un sueldo, un portátil, y es algo que, se supone, él mismo elige. Y luego, como agarrando una clavícula con las uñas de tender, va y vota por su corbata preferida. En Grecia han prohibido fumar en los bares y todo el mundo fuma en los bares porque sienten las cosquillas en la orilla del canal, entre los destellos cristalinos de las farolas y el reflejo líquido de Orión. Five pence, Elizabeth. Tanta razón, tanta impotencia… he venido bien preparado. Otros dos litros y medio de vino. Oh. Me gusta este sitio.


Hace fresco y está amaneciendo. Espero que la expresión del charco no sea real, me está guiñando el ojo con cara de cazuela. A ver, la lista de la compra. “Compra: dos sprays rojos, un bote de pintura grande, cuatro caretas, cuatro mascarillas, cuatro pares de guantes, cuatro rodillos, pinceles, comida de snack vegetariana, una bici robada, alicates y cizallas, cuatro Red Bull, una espumadera. Miércoles noche 14, 3:30. 1) Estatua del Segador. 2) Quitar carteles. 3) Beber café y/o Red Bull. 4) Casetilla de fachas. 5) Abrazo común. 6) Correr desnudos. 7) Acudir a nuestros centros de estudio. Nuestros nombres en clave: Tofu, Seitán, Quiché, Falafel, Wlan_37.” Les encantará. Un demócrata no entendería qué hace una bici robada en una lista de la compra. Ahora, a darle al vino frente a la cosa verde que dice ANARQUÍA Y LIBERTAD, que es como el amor libre, una redundancia. 


Otro vasito. Y el último. Vaya mareo, y el murmullo de los pelícanos, y vuelven las vueltas, ¡era Orión, era Orión! Era Orión, lo veo en el charco. Alzo la vista y ya no, ni Betelgeuse, ni Rigel, ni los canes veo. Me gusta más la noche en el charco que en el mismo firmamento, se ve más clara, me gusta líquida. Un poquito de vino, vino al charco y el charco lo acogió. Está duro el suelo, y la cara de cazuela me tapa Orión, menudo cazolón, me tapa hasta Tauro. Ven, vino, al gaznate. Ya no queda, podría no beber, porque cuando se acaba ya no bebo. Me voy. Ese caparazón brillante es una cucaracha, la más nueva de una línea que se remonta sin interrupciones a la primera cucaracha que en el mundo hubo, seguro que estaban antes que nosotros. Dueñas del mundo. ¿Quién se come a las cucarachas? No tienen depredadores, ahí están, ahí andan arriba y abajo.


Arriba y abajo entre algas y arena.

FLEJ-Ribera Alta del Ebro

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