lunes, 30 de agosto de 1993

Leonardo y su pequeño fondo de enano hondo

Leonardo Manuscrito quiere ser el mito erótico de las viejecitas que, en sus palabras, "siempre acuden, no importa a dónde". Y se carga el complemento de régimen verbal porque no le gusta ningún régimen, tampoco el régimen de la A, acudir a; la A no acude ni le satisface. Sentaditas en sus sofás, butacas o hileras de sillas de colegio de infantil, contemplan a los pijos-gomina y a los pre-soldados-martillo sin ningún tipo de distinción. Su sesión preferida es el renglón, palabra fea, lo que llaman poesía o lírica. Y desde el FLEJ-RAE decimos que llaman porque, en efecto, no lo es. Poesía es otra cosa. No es ni prosa dividida en renglones ni segmentos rimbombantes con adjetivos a siniestro e izquierda.
¿Qué es la poesía? Hay muchos ensayos sobre el tema. Leonardo no quiere ensayar ni emocionar, "eso es muy fácil y bonito no es el bonito", asegura. Y eso que le gusta el pescado aunque no se lo coma. Desde que Segis empezó a cultivar, allá por 1429, las comunidades no son carnívoras, cavernícolas ni caníbales. Y desde la canción del valle del Jarama, la armonía es universal. Más tarde llegó Llamazares y cambió las acepciones de la izquierda, que se ahoga entre la represión y el 15M sin saber qué hacer, pero esa es otra historia.
Nos pide Leonardo que dejemos la política, que es muy aburrida y no soluciona nada. Tampoco sabemos qué significa política, ni tan sólo si significa o no. Lo evidente es que la poesía, las ondas celestiales, los gritos multimedia y la realidad carnal, no tan real y siempre carnal, es lo más cercano a nosotros, como los Nosotros del siglo pasado y sus herederos. En un mundo de avestruces, el refugio es la minoría marginal. Todo comenzó en los márgenes, tanto el castellano como la revolución. Por eso, Alcuzcuz es como Christiania, que prefiere comer flores y fumar manzanilla a enfrascarse (de frasco) en discusiones sin salida de emergencia.
En las discotecas del norte de Europa, están las camisas planchadas, y luego están los objetos que se retuercen y frotan sus nalgas contra las camisas planchadas. Leonardo creía que la libertad era otra cosa, y que la fiesta no era lo mismo.
El objetivo de esta entrada es... bueno, si lo escribiese, estaría reconociendo mi fracaso como columnista (dórico, a todo esto).
Leonardo Manuscrito manda besos, abrazos y felaciones a quienes saben que una moneda es una moneda y que ninguna de sus caras es la cara verdadera.
Y el columnista dórico reconoce que es (ego) difícil ser un enano.

FLEJ-Ribera Alta del Ebro

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