martes, 16 de mayo de 2000

Entre col y col, lechuga

CUANDO las moscas deciden hacer algo por si las moscas, Martín se convierte en un santo puerco y las pulgas se ensañan con el perro más grasiento. Y es que sólo los viejos entienden de olleros y pucheros, para nosotros todo son cazuelas y eso es triste y aburrido como un ratón bailando en círculos o un galgo con el rabo corto y la sangre azul. Muerte al Estado y viva España, una España que reviente por la cantidad de melones y anillos de boda que pululan por sus despachos. Nosotros que cardamos la lana, que nacimos empotrados en el abismo de millones de osos disecados e invisibles y que no perdimos la silla en Sevilla, sino en Zamora, sí que pescamos truchas. Pescamos truchas porque ya no hay cabras salvajes que nos hagan la vida más fácil y porque vivimos rodeados de gatos escaldados y de profesores que comen ajos, y no buscaba la rima. La rima desespera hasta al más meneallo cuando, detrás de su grandilocuencia, sólo hay ruido, restos de cáscaras de nuez y, sea o no por el huevo, nada que contar. Repito, ésta es la voz del cielo, ya sabéis dónde buscar.

FLEJ-Ribera Alta del Ebro

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